Lorenzo Ortega nos invita a introducirnos en su laberinto, "Mi cueva da la bienvenida / a esa presencia que llega", símbolo de la interioridad del poeta, donde desorientados asistimos a la lucha interna con la otredad, el otro yo, por medio de la extraordinaria revitalización y actualización del mito de Teseo y el Minotauro.
El poeta se debatirá entonces entre la realidad apolínea y el deseo dionisiaco, asumiendo los dos papeles del mito en una carrera desesperada y agónica, por momentos ("He alambrado mis órganos / y de noche los descoso para ser feliz"), en busca de una salida.
Sin embargo, la curiosidad le hará traspasar las puertas y umbrales prohibidos, que le llevarán al final del laberinto, ante el minotauro.
Tal vez, la solución del enigma esté en esas "manos" que aparecen predestinadas, a veces para destruir y otras para crear.
Federico García Lorca: "Arlequín"
Teta roja del sol.
Teta azul de la luna.
Torso mitad coral,
mitad plata y penumbra.
Guillermo Dreus
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