viernes, 12 de noviembre de 2010

Nosotras, las que nos fuimos - IV


Por qué desaparece la gente, por qué desaparecimos todas, de dónde habrá salido todo esto, antes no había nada, pero ahora, ahora hay algo donde antes no había nada, tal vez desparecimos para no tener excusa, dejándonos llevar, donde va la gente cuando desaparece, no sé que diferencia hay entre una desaparición y una desaparición inquietante, cada día desaparece gente, las desapariciones siempre son inquietantes, una situación de indefinición donde todo falla hasta el punto de no querer saber que fue de nosotras mismas, entonces para qué esforzarnos en recordar los números de teléfono, las direcciones, los nombres, sería algo natural dejarlo todo atrás y olvidarlo, olvidar que nos olvidaron, antes de que la ciudad nos arrinconara cuando todo esto no estaba, al interrumpir nuestras vidas, nosotras las de entonces ya huíamos de nosotras mismas, quedando irreconocibles, porque al final, creímos que nadie vendría por nosotras, que ya no haría falta, ya no habría nadie a quien encontrar, ya no seríamos nosotras, nosotras las de entonces, sirenas de una urbe superpoblada, no sé si de las de verdad o indicadores de alarma de algo que se estaba rompiendo para siempre, presagio de algo más vulgar y aterrador cuando todo esto aún no estaba y empezamos a querer no estar nosotras, nosotras, que seguíamos siendo sirenas varadas en el asfalto, dejamos de dar señales de vida, dejamos la ciudad en silencio, mientras nos deshacíamos de las nuestras, antes de que todo esto estuviese y la ciudad nos arrinconara, porque la gente desaparece, al fin y al cabo, como desaparecimos todas nosotras.

Guillermo Dreus

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