viernes, 5 de noviembre de 2010

Nosotras, las que nos fuimos - II


He repasado mentalmente una y otra vez cada palabra, cada gesto, cada mirada  que  antecedieron y sucedieron al comienzo de las desapariciones, analizando situaciones, conversaciones, reacciones, vas juntando piezas, intentando encontrarles un sentido inhabitual, un por qué, y se me sigue escapando, explorar registros y archivos, buscar un coche, confrontar llamadas, visionar vídeos de cámaras de seguridad, ¿se me habrá pasado algo?, pero no tienes otra cosa, sólo esa fragilidad en los rasgos y facciones de sus caras fotografiadas que se me borran ya casi sin identidad, una sensación de abandono total, de que algo no iba bien, de que no iría bien jamás, ¿que si es difícil desaparecer? ya no estoy segura de casi nada, sólo de que es imposible no dejar ningún indicio, alguna señal, un rastro por pequeño que sea, y esto hace que no concilie el sueño, hace tiempo que me vienen dando fuertes dolores de cabeza que me producen  pesadillas cuando caigo rendida al cansancio, entonces se me aparecen sus caras casi codificadas, en off, como piezas de un puzzle inverosímil que no acierto a recomponer porque no encajan, y que quizá no lo hagan nunca y no acierte jamás a ver la imagen resultante en su conjunto, así que vuelvo a repasar las entrevistas a conocidos, los vídeos familiares, sus correos electrónicos, sus perfiles en las redes sociales, sus contactos y amistades, buscando una conexión desconocida, perdida tal vez entre los miles de memorandos que he ido acumulando hasta el momento, y es como pisar en el vacío, como cuando te despiertas antes de llegar al final de la caída, una desaparición es todo o nada, por lo que últimamente he llegado a pensar  que  nunca ha habido una relación directa, tan sólo circunstancial, de relatividad, de ahí la falta de resquicios por donde se filtre algo de claridad y que repase sistemáticamente repetidas veces sus últimos recorridos, callesavenidasplazasurbanizacionespolígonosperiferia, y los lugares de contacto atestiguados, portalescafeteríasbancosenjardinesparadasdeautobuses, siguiendo la lógica temporal y espacial, seguir un orden, una pauta, un razonamiento mental, todo perfecto, todo confirmado, dentro de la normalidad todo se sale, a veces la normalidad  es síntoma de totalmente lo contrario, siendo más aterradora por la incertidumbre que genera, pero ¿si no lo hay? ¿si nunca la hubo?, en este punto donde la lógica se escapa entra en juego el factor puramente humano, el meramente psicológico, entrañando unos riesgos pocas veces asumibles, te enseñan a no involucrarte demasiado, a no mezclar sentimientos, es como ir al poker  siempre de farol contra quien sabes juega con las cartas marcadas, sabes que la partida está amañada de antemano, aunque te lleves una o dos manos, siempre sin jugártelo todo, para conseguir limpiar la mesa, pero tú subes la apuesta, y sabes que vas a perder, olvidando quienes eran, quien eres, se te va la vida en ello, mezclando todas sus caras para comenzar a confundir la tuya, salta el contestador, te estás metiendo demasiado.

Guillermo Dreus

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