martes, 29 de diciembre de 2009

Grenouille, "Shadows of the lagoon"

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"Shadows of the lagoon"
Compuesto y grabado por él mismo en un estudio casero, mezcla su faceta más íntima y melancólica de cantautor/crooner (con ecos de Nick cave, Jeff Buckley, Micah P Hinson y Tom Waits) con sonidos que van desde la musette francesa hasta la electrónica experimental, aderezado con arreglos herederos de compositores de música para cine como Danny Elfman y Nino Rota.



Biografía
Grenouille comienza como el proyecto en solitario de Javier Afonso, nacido en Tenerife en 1984. Tras pasar media vida tocando en grupos en las Islas Canarias, decide grabar las canciones que ha ido acumulando a lo largo de los años en un estudio casero. De estas grabaciones surgirá su demo "Shadows of the lagoon". Es entonces cuando adopta el seudónimo "Grenouille", inspirado en la novela de Patrick Suskind "El Perfume" Una vez finalizadas las grabaciones, decide trasladarse a Londres, con poco más que una maleta llena de instrumentos. Allí comienza a evolucionar el proyecto, fusionando la música con otras disciplinas artísticas como el vídeo y la fotografía. Actualmente está inmerso en la composición de nuevas canciones para su segundo disco, la grabación de vídeos para ellas y la búsqueda de músicos para el directo.


Reseña "Shadows of the lagoon"

ahora que está todo perdido
algo se aleja sin pertenecer a ningún sitio
la sensación de que todavía es verdad
y ya nada saldrá bien
aunque te convenzas de lo contrario
no somos lo que debíamos ser...

quizás sea la muerte la única gran aventura
una experiencia casi de vida
para una existencia accidental
de fuego por esta orilla...

Mario Álvarez Porro

Extraño en su naturaleza, como todo dolor prematuro, Grenouille sorprende en su primer disco, Shadows of the lagoon (2008), con una serie de canciones cosidas a mano con el desasosiego y la desesperación de quien ve, desde la inocencia, perderse el paraíso entre las sombras.

Visión conmovedora de lo que se acaba, de “lo que debíamos ser” y quedó en un grito desgarrado al viento, o garabateado en una servilleta, Tales of a napkin´s corpse. Canto a los sueños rotos, And all our yearnings made of brass / we know they are just stains of dusk”, que acabaron transformandose en frustraciones, “butterflies grew up vultures fluttering me”, que nos estrangulan poco a poco, And our lies instead of your fingers hug me”, determinando el paso de la juventud a la madurez, As I'm falling backwards / I'm falling backwards / over the autumn ground / sown with old pictures husks / and buried under things that I lost / scrawled in a napkin's corpse”.

“Ahora que está todo perdido” sólo nos aloja un mundo paralizado por el miedo, City of sirens, donde “police cars seem roundabouts” y “wind quivers in an orphan cry / city of silence fears”, “swayed by the wings of a pegasus / born shopping cart”. Un mundo que se derrumba en si y sobre si mismo, consumiéndose en su mentira, Masquerade ball, donde mientras “iron in rubblis facades shines so bright” y “streets supurate grey poison shaded of bile / to forget the starch tightening our smiles”, sólo la noche, o la muerte, puede resucitar el corazón, “velvet night exhumes our hearts” y desenterrarlo de “inside the cave still sparks the trembling fire”.

Un corazón condenado, Laurel leaves part 1, “in my death row condemned lips”, y amortarjado, “as I tied laurel leaves / with hooks and nylon to my skin”, ya que “quizás sea la muerte la única gran aventura”, let me rush towards your traps / and be sweetly hold and spurn / the death in disguise with smooth velvet lips”, “una experiencia casi de vida”, “killing me, slowly killing me / every verse was spines in my throat”, Graphite Nights, “para una existencia accidental / de fuego por esta orilla”, “Life's a whisper drowned in moths, / summer howlings scratched in the skin of our voice”, Cysted tears, porque Life's not waiting, weaving gray hairs / Life wont wave goodbyes”“In the void's embrace”, Chalk smiles.

Sólo en la instrumental La victoire de Bahamontes nos dejamos llevar por la sugestión de cajas de música, violines y bandoneones, hacia la memoria de los sueños, arrugados y en blanco y negro, como diapositivas antiguas de un tiempo y un lugar mejor.

Javier Alfonso, como su trasunto, Grenouille, nos regala en Shadows of the lagoon una percepción única y desgarradora del mundo, sentida, desde el corazón, con sonidos que van desde la musette francesa hasta la electrónica experimental, sesgada por una voz devastada por el dolor y la distorsión. Un flor de invierno para los sentidos.

Shadows of the lagoon
muestra extraordinaria y delicada de la inocencia recuperada del dolor. Porque, decía José Miguel Ullán, "No hay más patria que el dolor".

Guillermo Dreus

1 comentario:

Guadalinfo Umbrete dijo...

Muy bueno...no puedo parar de escucharlo...